12.10.14

SITGES 2014: Jornada 1 (de secuelas mutantes, de cuentos infantiles terroríficos, de posesiones diabólicas, de embarazadas secuestradas, de alienígenas despelotadas, de necrófilos palurdos, de teenagers calentorros, de emuladores del medioevo y de asesinas hijas de Nikita)

Ayer, sábado 11 de octubre, se clausuraba la 47ª edición del Sitges 2014 al tiempo que se hacían públicos los galardones de la misma; premios que pueden consultar en el siguiente link. Hoy, 12 de octubre y en los 3 cines que dan soporte al festival (el Auditorio del hotel Meliá Sitges, el Retiro y el Prado), se realizan diversas maratones con varios de los títulos premiados y algunos de los fims que han tenido más aceptación crítica y popular.

Personalmente, y ya desde la placidez de mi domicilio, inicio con este post un larguísimo artículo que iré entregando a lo largo de los próximos días, reflejando mis impresiones sobre todo lo que he ido viendo jornada a jornada.

El pasado viernes 3 de octubre la fiesta empezaba con [Rec]4, una nueva vuelta de tuerca sobre la franquicia [Rec] que Jaume Balagueró y Paco Plaza estrenaron en este mismo certamen en el 2007. En esta ocasión y dirigida en solitario por Balagueró, se recupera a los cuatro únicos supervivientes de las tres entregas anteriores para ponerlos en cuarentena en el interior de un barco en el que serán sometidos a todo tipo de pruebas por parte de un científico y de un grupo especial de militares. Claramente deudora de la serie B e indiscutiblemente influenciada por títulos como Alien y Aliens, se trata de un producto altamente entretenido, de ritmo endiablado y lleno de escenas de alta tensión. No aburre en absoluto y quizá su único y principal defecto (dejando a un lado el cansino uso de la informática para afrontar las imágenes del barco protagonista) sea el pésimo trabajo interpretativo de una sobreactuadísima e histérica Manuela Velasco que, con su enfermizo empeño en dotar a su personaje de una vis en exceso enervada, hace olvidar la lograda actuación de la que hizo gala en la primera entrega.


La mañana continuó en el Auditorio con The Babadook, un film australiano que significa el debut en el campo del largometraje de la actriz y guionista Jennifer Kent. En él, asistimos a los temores del pequeño Samuel, un niño al que, influenciado por un extraño personaje de un cuento infantil (el Babadook del título), se le aparecerá el terrible ser en sus terribles pesadillas nocturnas. La cinta de Kent se centra, ante todo, en la relación entre Samuel y su madre, una mujer traumatizada por la muerte accidental de su marido y a la que le cuesta mostrar sus verdaderos sentimientos a su hijo. De factura visual impecable y dotada de unas cuantas escenas sobrecogedoras e impactantes, lo mejor de la cinta se encuentra en el excelente trabajo de los actores que dan vida a la madre e hijo protagonistas: Essie Davis (premiada ex aequo junto a Julian Moore como mejor actriz) y Noah Wiseman respectivamente. Por lo demás, aparte del alguna que otra introspección psicológica sobre el carácter de ambos, The Babadook se pierde en un bucle del que le cuesta salir. En definitiva, un trabajo correcto, cargado de buenas intenciones, al que le falta un pelín más de mala milk.


El tercer plato del día fue The Quiet Ones, una cinta británica, producida por la mítica Hammer (empresa que aún no acaba de resurgir de sus cenizas) y dirigida por John Pagues, el mismo de Quarantine II: TheTerminal, la patética secuela del ya de por si infumable remake norteamericano de [Rec]. En este caso e inspirándose en un hipotético caso verídico, se adentra en los fantasmas de la mente humana para mostrar las retorcidas intenciones del profesor Coupland, un perverso científico que, en los años 70 y con la complicidad de algunos de sus alumnos, realizó un experimento para expulsar el mal de una joven de 22 años a la que sometieron a todo tipo de torturas y humillaciones. Sin ofrecer nada nuevo ni remarcable al espectador y, recurriendo (de forma bastante forzada) a la filmación tipo “falso documental” para afrontar un buen número de pasajes, se trata de un trabajo aburrido, previsible y sin ningún tipo de magnetismo. Ni siquiera la correcta interpretación de Jared Harris llegó a motivarme en lo más mínimo.


A media tarde le tocó el turno a The Target, film procedente de Corea del Sur y que, dirigido por un tal Chang, significa el remake amarillo de la entretenida y muy acelerada película francesa Cuanta Atrás de Fred Cavayé. La película cuenta la historia de un médico que, en un tiempo límite, tendrá que enfrentarse, en solitario, al secuestro de su mujer embarazada y en el que se mezclan mercenarios sedientos de sangre, mafias violentas y policías corruptos. Todo lo bueno que tenía el original gabacho se pierde en medio del delirio con el que el coreano Chang ha orquestado su trama (patéticamente explicada) y en esos toques de humor burdo al que están tan habituados por esos lares y que a mí, personalmente, me sacan de quicio. Aparte del despropósito que supone cargarse un precedente tan atractivo como el de Cavayé, denota la nulidad del realizador para enfrentarse a un producto cien por cien de acción, en formato scope, al ser filmado casi única y exclusivamente a base de sincopados primeros planos. Aún y así, la violencia de alguna de sus secuencias (como el intento de ahorcamiento de la embarazada), levantó los aplausos y carcajadas de los más gamberros de la sala.


Por la noche y tras la gala inaugural, aterrizó en Sitges uno de los teóricos platos fuertes del festival, el Under the Skin del londinense Jonathan Glazer, el mismo de las interesantes Sexy Beast y Reencarnación. Protagonizada por una omnipresente Scarlett Johansson,  la película muestra las reacciones de una alienígena que, tras adoptar el cuerpo de una joven muerta, intentará adaptarse y conocer los usos y costumbres de los humanos en nuestro planeta. Una propuesta en principio original que se le escapa de las manos y termina aburriendo al más pintado. Lenta, repetitiva y cargada de guiños gafapastosos, el trabajo de Glazer sólo hará las delicias de los amantes de la Johansson quien, a pesar de haber cultivado a base de años un culazo tan grande como una plaza de toros, no le hace asco alguno a realizar numerosas escenas de desnudos integrales, cosa que, por otra parte, ayuda a despertar un poco al público vencido por la somnolencia que provoca la pedantilla propuesta.


L’enfant terrible de Hollywood, James Franco, presentó su penúltimo largometraje como director, Child of God, una crónica descarnada, violenta y de un mal gusto supino sobre la América profunda. Basándose en una novela de Cormac McCarthy y otorgándole a su film una clara estética de western, narra los avatares de Lester Ballard, un desheredado de la tierra, con muy pocas luces, que vaga por los alrededores de la casa que, en tiempos, fue propiedad de su padre. Controlado muy de cerca por el sheriff de la localidad y desahuciado por todo el vecindario, vivirá una oscura historia de amor y sexo con el cadáver de una joven suicida. Las ganas de provocar a la platea que demuestra Franco quedan más que patentes a los pocos minutos de iniciarse la proyección, cuando enseña, con todo lujo de detalles, la cagada de su protagonista masculino en medio de un bosque. Si a ello le sumamos las también explícitas escenas (totalmente innecesarias) de necrofilia, la cosa es para correr un tupido velo. Aparte de todo ello, la cinta, amén de lenta, resulta de lo más aburrida y repetitiva.


Programada en sesión golfa y agrupada junto a otros títulos bajo el lema de La Nit + freak (la noche más freak), pudimos ver Premature, una comedia de teenagers calentorros cuya única diferencia con otros productos similares es su forzadísimo guiño a la genial Atrapado en el Tiempo, ya que su protagonista principal, un joven adolescente, vivirá una y otra vez el mismo día al que siempre despierta del mismo modo: con los calzoncillos manchados de semen tras haber sufrido una polución nocturna. Todo un prodigio de ordinariez juvenil, pero en su vertiente más light y previsible. Una pérdida de tiempo que sólo sirvió para robarle horas de sueño a mi cuerpo serrano.


Un tanto de la mismo ocurrió con Knights of Badassdom, otra frikada de lo más estúpido en la que unos descerebrados, durante una partida de rol simulando una batalla de la Edad Media en medio de un bosque, invocarán accidentalmente a un ser demoníaco que hará de las suyas entre los participantes del juego. Gore light y aventuras fantásticas de tres al cuarto al servicio de una comedieja patética, con muy poca chicha, de la que tan sólo cabe destacar la presencia de dos rostros populares de la pequeña pantalla: Peter Dinklage, el popular Tyrion Lannister de Juego de Tronos y Ryan Kwanten, el Jason Stackhouse de True Blood, este último repitiendo en parte los tics y maneras de su personaje en la serie televisiva.


El remate a la larguísima jornada lo puso la japonesa Gun Woman, una violentísima cinta de acción que se acerca, en formato gore y pasado de rosca, a las intenciones del Luc Besson de Nikita. En su trama, en la que se mezclan todo tipo de perversiones (incluida la necrofilia) y alucinadas, un prestigioso cirujano, buscando la venganza del hombre que violó y asesinó a su esposa, adiestrará a una joven prostituta y drogadicta para convertirla en una asesina metódica y sin escrúpulos. La película, filmada en buena parte en tierras norteamericanas, a pesar de su descabellada y exageradísima propuesta y dotada de una puesta en escena de lo más burdo, no aburre en absoluto: siempre riza el rizo; nunca tiene suficiente con sus excesos y, por ello, a cada escena que nos ofrece, va cada vez más lejos. Un divertimento brutal que tiene sus momentos más crueles en su nada ponderada pasión por la carne y la sangre. A destacar la adrenalina que desprende Asami, su protagonista femenina.


En el próximo post, la segunda jornada del Sitges 2014.

1 comentario:

El Señor Lechero dijo...

Mi señora y yo nos animamos a ver la película que la Hammer estrenó en 2011 con la Swank y don Christopher Lee. Flojita pero un piso maravilloso, el de la Hilaria.